por Jano Tupac Elias
Un andar de poesías y canciones...
“Ver que la sala estaba llena y que la gente respetuosamente compartía lo que se decía arriba del escenario y lo que significaban esos sonidos en la guitarra fue muy inspirador”, contó Néstor Elías, el recitador del dúo.
El Centro Cultural Raíces, más que un lugar, es un santuario donde conviven libros, arte y sonidos que despiertan conciencias. Al entrar, uno se encuentra con una biblioteca que reúne obras de Marx, Ernesto Guevara, Osvaldo Bayer, y una amplia variedad de literatura comprometida con las luchas sociales: libros comunistas, anarquistas, y textos que invitan a la reflexión. Tras correr el telón que divide la entrada del espacio principal, se revela el escenario donde la magia ocurre: luces suaves iluminan cuadros que retratan niños pobres, imágenes de la población “negra” y otras manifestaciones de lucha que conforman un ambiente cargado de historia y rebeldía.
En una sala que poco a poco se fue llenando con aproximadamente treinta personas (amigos, familiares y extraños atraídos por la convocatoria) la atmósfera fue de respeto y expectativa. Se respiraba un silencio expectante, y una energía palpable que acompañaba cada palabra y nota.
“Tuvimos la sensación, junto a Pablo, que la gente estaba disfrutando de lo que estábamos haciendo, que era parte del motivo del encuentro. La idea era compartir mutuamente, más allá que el mensaje iba a estar emitido desde el escenario. Fue una sensación muy maravillosa, una noche mágica, con calma y con un mensaje profundo que evidentemente llegó a los que asistieron al evento.” sentenciaba Néstor.
Los aplausos estallaban con entusiasmo tras cada poema y canción, confirmando la conexión entre quienes estaban arriba y quienes los escuchaban.
Gisela Érica, una de las asistentes, describió el show como “muy emocionante” y destacó la “simbiosis muy particular” que existe entre los artistas: “Se nota la admiración que va y viene de uno hacia el otro, y eso hace que todos podamos disfrutar de lo que hacen con pasión, trayendo grandes referentes que trajeron ideas que hoy se replican.”
Para Gisela, la experiencia fue más que un espectáculo: “Nos hace poner los pies sobre la tierra, saber cuál es el propósito, que la lucha es colectiva y que pertenecer a esos espacios es muy importante en estos tiempos. Ellos pasaron por varios géneros y nunca se pudo desprender la emoción de lo que recitaban o cantaban en estos tiempos de odio. Para mí fue un show maravilloso y necesario, en un lugar muy lindo que fue el Centro Cultural Raíces. Bellísimo.”
Ese “tiempo de odio” al que se refiere Gisela resuena en las letras y poemas, cargados de sensibilidad, resistencia y un llamado a la unión frente a la adversidad. La diversidad de géneros musicales explorados por el dúo se mantiene siempre fiel a la emoción y el compromiso, una constante que se siente como un abrazo en medio del ruido del mundo contemporáneo.
Néstor y Pablo no solo comparten el escenario; comparten también la convicción de saber que la música y la poesía pueden ser herramientas poderosas para reavivar la memoria histórica y para seguir cultivando el fuego de la lucha social. La noche en Raíces fue un recordatorio sobre que, en tiempos convulsos, esos espacios donde la palabra y la música se entrelazan son esenciales para mantener la esperanza y el sentido de comunidad.
“Volvería a verlos sin dudarlo”, cerró Gisela, mientras los ecos de las últimas notas aún flotaban en el aire del Centro Cultural Raíces, dejando en cada asistente una sensación de pertenencia y un impulso renovado para seguir la lucha.
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