lunes, 20 de febrero de 2017

La plaza de Osvaldo

                                                                                                                                   

                                                                                                                                por Néstor Elias


El pasado sábado 18 de febrero, el escritor y periodista Osvaldo Bayer cumplió 90 años de vida. Tal como se imaginó alguna vez, el festejo fue multitudinario en una plaza de barrio -su plaza a partir del sábado- y rodeado del afecto de familiares, amigos, artistas y admiradores que llegaron desde distintos rincones del planeta. Fue sin dudas la plaza del afecto, la plaza de la dignidad, en fin; la plaza de su pueblo, ese que le rindió un sentido y profundo homenaje. 

Alguna vez un grupo de publicistas jugó con la idea de la existencia de un día Osvaldo. Obviamente no hablaban de Bayer, pero algunos entusiastas nos animamos a sentir que el sábado pasado fue un día Osvaldo.

Desde algunos días previos algunos amigos y allegados invitados por los hijos del homenajeado, fuimos tratando de darle forma a esa idea que sentíamos que Osvaldo merecía vivir como experiencia. Aparecieron manos de todas partes. Se sumaron voluntades varias y por sobretodo se sumó el querido escritor decidiendo los destinos de ese compartir colectivo bajo la excusa maravillosa de un nuevo aniversario vital, el número noventa para ser precisos. Nueve décadas aportando humanidad con una generosidad pocas veces vista.

En la plaza hubo niños y niñas con sus padres y madres. Hubo abuelos y abuelas con sus nietas y nietos. También estuvieron las nietas de Osvaldo y sus amigos de andares. Lectores y escritores agradecidos. Historiadores, cineastas, periodistas, docentes, catedráticos y artistas, entre otros. Por supuesto, hubo militantes y activistas sociales de distintas extracciones partidarias, gremiales y sociales. Muchos de ellos padres, madres, abuelos y nietos…es decir, estuvo la gente que tuvo, tiene y seguramente tendrá que ver con la vida y la historia de Osvaldo…. Y viceversa. Por eso podemos afirmar que fue la plaza del afecto, del cariño popular, de la reciprocidad, de la ternura, del rescate de la dignidad y de la ética. Eso representa el querido Osvaldo Bayer para buena parte de la sociedad argentina. 


Alguna vez en una de las tantas entrevistas que tuve la fortuna de hacerle en mi vida profesional, Tal como lo había hecho infinidad de veces en encuentros personales, cerré la misma diciéndole que él, Osvaldo Bayer, era una de las reservas morales de la argentina y el sábado pude comprobar una vez más que sin dudas es así y no porque yo lo crea sino porque miles y miles así lo sienten.

Lo anunciaron diarios, radios y alguna que otra agencia de noticias. Lo desalentaban -sin querer - los pronosticadores del clima que anunciaban unas lluvias tormentosas que nunca llegaron. Algunos me han comentado la noche previa que varios amigos se habrían abroquelado en la tierra haciendo un piquete anti-lluvia. Varias comunidades originarias hicieron sus pedidos profundos y creo yo, que algunos amigos y compañeros de otros tiempos y otras suertes se autoconvocaron para seguir soñando lo imposible. Capaz que ese digno Rodolfo, o el Osvaldo santo, o el Eduardo eterno…Capaz que tantos otros, aquellos viejos compañeros de rutas. Lo seguro es que todos confabulamos contra el destino y creamos una nueva utopía para ese día. Con profunda rebeldía como se merecía la jornada.

Lo cierto es que el sábado no llovió y fue un día espléndido. Lo llenaron de regalos. Tangibles e intangibles. Algunos desde el escenario, otros desde el acercamiento personal y otros muchos desde el gesto cómplice por la distancia que la multitud imponía. Algunas representantes de las Madres de Plaza de Mayo fueron sus invitadas especiales. A un lado Mirta Baravalle y al otro Nora Cortiñas. Invitadas de honor y compañeras insustituibles en esos rumbos de ser las reservas morales de nuestro país. Sería extenso enumerar las distintas caras conocidas que caminaron por la plaza Alberti, ese día intervenida y llamada Osvaldo Bayer. Sin embargo lo maravilloso ya se había desencadenado. No eran los personajes conocidos quienes le daban valor a la jornada. No hubo allí funcionarios o burócratas que asistieran a cumplir. Fue la aparente intrascendencia de todos los comunes, los nadies, los cronopios que estábamos allí para darle cuantía a la acción humana de un argentino de otra dimensión, con una estatura excepcional. Ese maestro de la libertad y la rebeldía, de la dignidad y la ética, de la verdad y la coherencia, estaba allí en su plaza, con su gente, sus afectos más cercanos y su futuro en esa vela que alzó para pedir nuevos deseos que sin dudas lo proyectan como el gran cultor de la verdad y la ética en la búsqueda de la paz eterna que propiciaba Kant, a quien el maestro nunca se cansó de citar. 

Para finalizar, vale la mención a la generosa sociabilización de un video repleto de ternura y buenos momentos elaborado por su hija Ana con la complicidad de todo su entorno familiar que sumado al incontenible - por enésima vez - cumpleaños feliz coreado por todos los presentes fue el cierre de una jornada que quedará en la historia popular y no oficial de nuestro país. 

¡Salud querido Maestro ¡ y gracias por tanto.

Fotografías: gentileza de Bernardes / Revista Cítrica

3 comentarios:

  1. Excelente nota. Brego por la plaza de Osvaldo.

    Manuel Figueras

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  2. Gracias por contarnos como fue el festejo del cumpleaños del querido Bayer. Desde La Rioja capital mando mis mas sinceros saludos. Miriam Fuentes

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  3. Todo un símbolo Osvaldo Bayer. Un merecido homenaje.

    Victoria González.
    La Pampa

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